
En la Antigua Mesopotamia, los sumerios parecen ser los primeros en la historia en crear un perfume. De hecho, en su literatura se encuentran muchas referencias a la perfumería. Authentic perfume bottles in a shop’s shelves of Spice Bazaar in Istanbul, Turkey.
Sin embargo, fueron los egipcios quienes, en el Antiguo Egipto, fomentaron esta industria, así como la cosmética. Los sacerdotes eran los encargados de su elaboración, en los laboratorios que tenían para crear también los diferentes ungüentos que utilizaban en sus ceremonias: cada día ungían la estatuilla de Dios con estas elaboraciones, así como al mismo Faraón cuando acudía a las procesiones.
Hacia el 539 a.C., los persas dieron un paso más y maceraron flores en aceite, que luego exprimían. Incluso, cuentan que fueron llevadas diferentes flores exóticas provenientes de India y Arabia, para poder crear perfumes en Babilonia. Cerca del 334 a.C., los perfumes llegan a Grecia, tras la conquista de Alejandro Magno, donde los consideraban de origen divino y hasta creían que las mujeres que los elaboraban tenían poderes.
Con los griegos aparecen los frascos de cerámica para guardar las fragancias. Y de aquí, a través del Mediterráneo, llegan hasta otras latitudes como el Cercano Oriente, España y Roma, donde se instalaron los primeros perfumistas.
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